El comentario de hoy, martes 8 de julio 2025
Con la llegada de nuestra Guelaguetza aparecen por doquier, gastos y gastos millonarios, sobre todo en las áreas del gobierno de la Primavera Oaxaqueña que tienen injerencia, así sea menor, en la celebración. Que, si la sonorización costará 21 millones, que ya se asignaron contratos vía adjudicación directa a empresas casi fantasmas o sin reconocimiento o sin estar dadas de alta en el Padrón de Proveedores.
¿Cómo hacer realidad el ofrecimiento del gobernador Salomón Jara, de canalizar los recursos que genere dicha fiesta folklórica tradicional, a los damnificados del huracán “Erick”? Porque todo apunta a que aquí no habrá austeridad. Hay quienes se despachan del dinero público; de nuestros impuestos, como si fuera su peculio que puedan manipular a su antojo. Lo peor es que a nadie rinden cuentas.
Se echa la casa por la ventana, como el año pasado, en adornos para las calles de 3 millones de pesos o estatuas de mujeres de las 8 regiones. O conciertos cuyo costo bien podría coadyuvar a la reparación de escuelas o casas-habitación de cientos de pobladores de pequeñas comunidades a donde no llega la vista de las autoridades. Todo el aparato estatal se ha volcado en poblaciones de la Costa, más para tomarse la foto y difundirla en el Face, que con el propósito de ayudar.
Las benditas redes sociales se han convertido en una caja de resonancia ante la inoperancia de lo que queda de los organismos estatales de transparencia y rendición de cuentas. Cada funcionario le mete la mano al cajón a placer. Todo ello, mientras la Auditoría Superior de la Federación sigue esperando sea solventada la Cuenta Pública 2024. Pero luego que pasen los festejos vendrán los informes alegres.
Lo anterior sin tomar en cuenta la elección de ciertas delegaciones novatas y la segregación de las que históricamente han llegado a participar en el espectáculo folklórico. Desapareció el llamado “Comité de autenticidad” pero, tal parece que el remedio resultó peor que la enfermedad. Hoy hay un mecanismo variopinto en el que todo mundo mete y se lava las manos de las torpezas que se cometen.
Se sabe que no existen mecanismos de evaluación que verifiquen los diversos aspectos que contempla nuestra fiesta máxima. Cada funcionario estatal o municipal hace lo que place. Las ocurrencias no faltan. Todo sea por mostrar a Oaxaca como el estado del huateque perpetuo, la fiesta, la calenda, el convite y demás. Situación que, desde luego, hoy en día no compartirán quienes lloran la pérdida de su patrimonio en la Costa o en la Sierra Sur. (JPA)